**El Zorro, El Sabueso, y el EXPERIMENTO de la PROFESORA ELLIOT | Relato y Reflexiones**
La magia del cine ha tenido la capacidad de convertir historias simples en profundas lecciones sobre la vida. “El zorro y el sabueso” es una de esas películas que deja una huella imborrable en el corazón de quienes la ven. Lanzada por Disney en 1981, esta conmovedora historia narra la amistad improbable entre Tod, un zorro joven y curioso, y Copper, un cachorro de sabueso criado para la caza. Juntos, exploran un mundo lleno de aventuras, desafíos y enseñanzas. Sin embargo, sus caminos se complican a medida que el entorno social y las expectativas que les son impuestas comienzan a influir en su relación. Esta narrativa de amistad y conflicto se entrelaza de manera fascinante con el famoso experimento de la profesora Jane Elliot, el cual cuestiona los fundamentos de la discriminación y el racismo, señalando que el odio es aprendido y no innato.
Desde el principio de la película, somos testigos de la conexión única que se desarrolla entre Tod y Copper, una amistad que no entiende de barreras. A pesar de las diferencias naturales entre un zorro y un sabueso, su curiosidad les lleva a descubrir la belleza de compartir momentos y emociones. Este vínculo inocente es un reflejo puro de lo que significa la amistad verdadera: libre de juicios, prejuicios y expectativas sociales. A esto se parece mucho el experimento de Jane Elliot, que en la década de 1960 revolucionó la forma de entender el racismo al mostrar cómo se puede inculcar el odio en los niños de manera sistemática. A través de esta actividad, Elliot logró desdibujar las líneas divisorias que la sociedad había trazado y puso de manifiesto la importancia de la educación en la lucha contra los estereotipos y la discriminación.
En el experimento, la profesora dividió a sus alumnos según el color de sus ojos, lo cual tuvo un impacto inmediato en la dinámica del aula. Los niños con ojos azules comenzaron a comportarse con arrogancia, mientras que aquellos con ojos marrones se volvieron tímidos y reticentes. Este fenómeno revela cómo la sociedad puede moldear nuestras percepciones de los demás, creando divisiones ficticias y alimentando la enemistad. De manera similar, en “El zorro y el sabueso”, a medida que Copper crece y es entrenado para cazar zorros, la amistad entre él y Tod se ve amenazada. El condicionamiento social juega un papel crucial en cómo ambos personajes comienzan a ver al otro no como un amigo, sino como un enemigo natural.
Conforme avanza la historia, se convierte en evidente que la amistad original entre Tod y Copper comienza a transformarse en una enemistad forzada. Este cambio gradual señala cómo las influencias externas pueden alterar nuestras relaciones más puras. La película aborda esta compleja transición, mostrando que lo que se presume natural a menudo se aprende y que los verdaderos lazos de amistad pueden ser desmantelados por ideologías de odio y prejuicio. Aquí encontramos un paralelismo con el ciclo perpetuo de violencia y resentimiento que el experimento de Elliot puso de manifiesto, donde la discriminación no solo impacta a nivel emocional, sino que también puede afectar el rendimiento académico y la autoestima de los individuos que son objeto de desigualdad.
A este punto de la trama, se nos presenta un dilema: ¿serán Tod y Copper capaces de superar las divisiones impuestas por su entorno? La respuesta se encuentra en la valentía y el sacrificio. En un momento crucial de la película, Tod elige salvar a Copper en lugar de dejarse dominar por el odio que podría cultivar a raíz de su situación. Este acto de generosidad es un poderoso recordatorio de que la amistad puede triunfar sobre las divisiones y edificar puentes donde antes había muros. La lección que se desprende de esto es clara: los vínculos genuinos pueden florecer incluso en medio de la adversidad si estamos dispuestos a ver más allá de nuestras diferencias.
A medida que la historia avanza hacia su culminación, Tod y Copper, a pesar de todas las dificultades que han enfrentado, logran entender que su amistad es más fuerte que las divisiones que la sociedad pretende imponer sobre ellos. Este entendimiento se manifiesta de manera conmovedora y esperanzadora al final de la película, donde los protagonistas reconcilian su relación y se reconectan a un nivel que trasciende la rivalidad original caracterizada por sus especies. En este momento, es evidente que el ciclo de odio y desconfianza puede ser quebrado, que la verdadera comprensión y la empatía pueden florecer a pesar de las diferencias.
Por otro lado, el experimento de Jane Elliot sigue siendo un ejemplo paradigmático de la capacidad de la educación para desafiar el racismo y fomentar la empatía entre las personas. Después de su intervención, muchos de los niños aprendieron no solo sobre la injusticia del racismo, sino también sobre la importancia de la solidaridad humana. En última instancia, tanto “El zorro y el sabueso” como el experimento de Elliot se enfocan en el mismo problema: cómo las divisiones sociales pueden ser desmanteladas y cómo el amor y la amistad pueden ser herramientas poderosas para romper estereotipos y construir un mundo más justo y empático.
Es indudable que tanto el relato de Tod y Copper como la crítica social que emerge del experimento de Jane Elliot tienen el potencial de dejarnos una reflexión profunda. Nos invitan a cuestionar nuestras propias actitudes hacia los demás y a reconocer que el odio y los prejuicios son enseñados, y por lo tanto, también pueden ser desaprendidos. La valentía de Tod al salvar a Copper nos anima a actuar con empatía, a elegir la amistad sobre el odio y a buscar conexiones significativas en un mundo que a menudo nos divide. En última instancia, ambas historias nos ofrecen una visión esperanzadora: si nos atrevernos a ser valientes y generosos, aún en el contexto de nuestras diferencias, podemos encontrar la verdadera esencia de la amistad y la humanidad.